Andar a caballo es una gozada, no hay prisa ni ruido ni humo y además como tienen su propia personalidad el camino se hace muy entretenido, «mi caballo es el mejor aunque alguno esto le duela» (como decían los luthiers o la trinca), era pequeño, trotón y si te despistabas se te revolcaba entre las piernas, jejeje. Aquí los caballos son fuertes ya que solo están los que sobreviven al invierno y estos no saben lo que es un establo, ni pienso, ni el veterinario….