Merzouga, desierto de Erg Chebbi.

Nuestra llegada al desierto fue toda una sorpresa, llegamos por la tarde y encontramos un pequeñito hotel con piscina en medio de palmeras y dunas, el desierto tenia un color rojizo y de textura muy suave, maravilloso y aun nos esperaba lo mejor un atardecer de película, amarillos, rojizos y el sol escondiéndose entre las grandes dunas. Aquí descansamos un par de días, montamos en camello y pasamos una noche en una jaima, donde nos dieron de cenar y como siempre con una atención exquisita, y ahí descubrimos lo que es el silencio, una experiencia que llegaba a ser abrumadora, en fin, poder admirar tanta belleza ha merecido el viaje hasta aquí.

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